Acerca De Las Fobias

“Un martes al mediodía, José, un abuelo de 65 años caminaba por el condominio en dirección al pequeño colegio donde estudiaba su pequeña nieta María, de apenas cinco años. De regreso a casa, a la niña le gustaba tomar la mano de su abuelo y caminar por la acera disfrutando del entorno. Se había vuelto una rutina que se repetía cada día entre semana.  Súbitamente, María escuchó un fuerte ladrido y una gran sombra negra que vio que se abalanzaba sobre ella. Inmediatamente, y en forma refleja, se apretó fuertemente de la mano de su abuelo, sin poder emitir ningún sonido, y sintiendo que tenía el cuerpo dormido, como anestesiado, pesado y extraño, creyó que el perro la iba a atacar. Fue un momento que le pareció eterno…

A partir de esa experiencia, la niña se cambiaba de banqueta cada vez que regresan de clases. Ya no disfrutaba como antes porque estaba tensa y muy al pendiente conforme se iban acercando a la casa donde había pasado ese gran susto. Si el perro aparecía y ladraba, aunque permanecía encerrado, era evidente la palidez que se adueñaba de la cara de María y la enorme tensión que le producía.

Conforme el tiempo pasó, y le explicaban que no había por qué temer, se fue calmando, aunque prefería caminar por la otra acera. No le gustaban los perros. Y, aunque fuera un perro pequeño, reaccionaba muy asustada cuando se cruzaba con alguno en la calle. Era evidente que les tenía miedo y prefería no verlos…ni aunque fuera por la televisión.”

Cuando hablamos de las fobias, nos referimos a un trastorno de ansiedad que provoca una reacción muy intensa en las personas que la padecen que se expresa en forma de miedo, pánico, susto…etc. Y que es provocada por un objeto o situación específica. De hecho se le llamó fobia en referencia al dios griego del miedo: Fobos.

En algunos casos es posible establecer el origen de una fobia; en otros casos no resulta fácil ya que depende del tiempo transcurrido desde que se produjo la experiencia. A veces depende de cómo una experiencia fue percibida para que se experimentara como una amenaza. Las personas que padecen este trastorno no necesitan que el objeto que lo provoca sea real o que la situación que la produce se de en la realidad. A veces al inicio se expresa como un estado de ansiedad sin una causa aparente que después se localiza en un objeto o situación determinada.

Las personas que sufren por este trastorno funcionan perfectamente mientras su rutina no se vea enfrentada por el objeto de la fobia. Estas personas aprenden a evitar esos encuentros porque saben la ansiedad que les produce y que interfiere con su desempeño. Ese miedo es irracional y, aunque se den cuenta que no tiene lógica, no les es posible calmarse mientras no se alejen del origen de su temor.

Existen muchos objetos y/o situaciones que producen fobias, tantos que pueden ser clasificados. Pueden ser animales, plantas, fluidos orgánicos, lugares, medios de transporte, colores, cosas, etc.

Algunos ejemplos incluyen: Nictofobia, miedo a la noche o a la obscuridad; Hematofobia, miedo a la sangre; Glosofobia, miedo a hablar en público; Eisoptrofobia, miedo a los espejos o a verse en ellos; Bufonofobia, miedo a los sapos; Alectorofobia, miedo a los pollos; Tonitrofobia, miedo a las tormentas y/o a los truenos; Musofobia, miedo a los ratones; Coulrofobia, miedo a los payasos, etc., etc., etc.

Afortunadamente existen formas de eliminar gradualmente este trastorno con un alto porcentaje de efectividad que permite que la persona afectada recupere la confianza y la tranquilidad en presencia de lo que antes le afectaba. La ayuda profesional generalmente soluciona estos temores.

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